Siempre me han apasionado esos laberínticos, coloridos e intrincados carteles de conciertos de la época del rock ácido californiano. Para entender de qué vamos a hablar en esta página, pongámonos antes en contexto: los hippies campaban a sus anchas por la soleada California, el LSD aún no se había ilegalizado, el hombre no había pisado la Luna, y la Guerra de Vietnam se estaba cobrando más vidas de las esperadas.
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Breve contexto histórico
El epicentro de toda esta contracultura fue California, más concretamente San Francisco, y haciendo más zoom aún, el barrio que se localiza entre Haight St. y Ashbury St., con sus bellas mansiones victorianas ahora llamado, simplemente, Haight Ashbury.
La contracultura hippie no fue la primera contracultura en asentarse en aquella ciudad, no: llegó primero la Generación Beat con su cruda y feroz literatura, su afición a la bebida y a los estupefacientes, y su apego a vivir cada día como si fuera el último.
Es por tanto comprensible que fuera en ese barrio donde los jóvenes de los primeros sesenta recalasen en búsqueda de algún elevado referente cultural que, ni el país en su totalidad, ni sus familias a una escala menor, podían proporcionales: porque estos jóvenes blancos, de clase media, con querencia a vivir una vida bohemia que intuían existía en algún lugar no dejaban de ser en su mayoría hijos de excombatientes de la Segunda Guerra Mundial, familias más preocupadas por subsistir y llevar un plato caliente a la mesa que de estar al tanto de las últimas vanguardias culturales.
¿Qué es el rock ácido?
El rock ácido es tan sencillo de entender al escucharlo, como complicado el definirlo con palabras. Básicamente, tenemos que tener claro que fue un estilo que no hubiera tenido lugar sin la llegada del ácido lisérgico y la masiva experimentación por parte de la juventud californiana, tanto músicos como público. Bajo mi punto de vista sólo existió durante unos breves siete años y mayoritariamente en la zona de la bahía de San Francisco.
Podía tener, pero se ha demostrado que no era condición indispensable, un fuerte mensaje revolucionario. A veces sólo primaba la experimentación musical y la creación de ambientes hasta entonces negados a la música popular.
Para liar un poco más la madeja, personalmente no englobo en este estilo a bandas tan potentes y con tantas similitudes como Pink Floyd o The Beatles (UK), pero tampoco a sus más famosos vecinos sureños The Doors (Los Ángeles). Sin embargo, sí considero en la onda a otras bandas no californianas, como los 13th Floor Elevators.
Bandas más influyentes
Mejor si lo entendemos con ejemplos ¿verdad? Vamos a ello.
Musicalmente el rock ácido puede ser muchas cosas, así que mejor tener en mente que nos podemos encontrar desde blues lisérgico ( qué buen ejemplo es «Death Sound Blues«, de Country Joe & The Fish), a pop barroco (sea lo que sea esta mierda de etiqueta que me acabo de inventar, me parece una buena definición para el Eight Miles High de The Byrds), folk rock en su vertiente más clásica (Uncle’s John Band de los buque insignia de toda esta movida y una de mis bandas preferidas: los Grateful Dead), o un rock más seco, como el dry martini ( Somebody To Love de los Jefferson Airplane es un gran ejemplo… además que siempre es buen momento para volver a ella).
Por tanto, fue más un estado de ánimo, un estar-en-el-rollo-y-ponerme-hasta-las-trancas-de-lsd-en-este-momento-y-en-este-lugar, que dedicarse a un estilo musical concreto. Y en los ejemplos anteriores me he dejado a luminarias y auténticas estrellas como mi amado Santana o la querida Janis Joplin.
Los carteles de la época
Teniendo ya claro lo libre de las formas musicales y el comportamiento tan desinhibido y tan falto de fronteras de músicos y público, no es de extrañar encontrarse acompañando a esta joven corriente cultural con una de las explosiones más fascinantes de arte gráfico que han tenido lugar en el Estados Unidos del Siglo XX.
Y como pasó exactamente cien años antes en la Belle Époque parisina, la cartelería tomó las calles y revolucionó la forma en la que hasta entonces se anunciaban eventos de una noche.
Para suerte nuestra, unos meros carteles descriptivos daban paso a explosiones de color, laberínticas imágenes, destrozando los estrechos márgenes artísticos con que la industria se había apañado hasta entonces, y dejándonos auténticas obras de arte que a día de hoy siguen fascinando y que, sin duda, han creado escuela.
Así se anunciaba un evento en 1958 y así en 1968:
Y cada uno tiene su atractivo, por supuesto. Seguramente los rockers, que tanto reniegan de los hippies, prefieran el de la izquierda pero… ¿habéis contado cuántas caras aparecen en el de la derecha? ¿veis a la mujer con traje tribal en primer plano?
Los diseñadores más afamados
Para centrar el tiro, vamos a nombrar a sólo cinco de los mejores diseñadores de la cartelería del rock ácido, y nos quedamos (de momento) con sólo una de sus obras. Más abajo, en la galería de imágenes, subiré varios de sus más icónicos trabajos. Asímismo, pinchando sobre el nombre, os redirijo a su página web o en su defecto a la wikipedia, donde podréis explayaros con su inmenso trabajo.
A estos cinco diseñadores los llamaron los San Francisco Five y fueron:
- Wes Wilson (1937 – 2020): Considerado por muchos como el pionero en estos carteles tan sinuosos e influenciado enormemente por el Art Nouveau, trabajó mucho la escena californiana, pero también realizó carteles para los Beatles u Otis Redding, y su trabajo se ha expuesto en templos del arte como el Louvre parisino o el MET neoyorkino.
- Rick Griffin (1944-1991): un tío muy querido en su Estados Unidos natal, tan apasionado del diseño como del surf (y así lo demuestran muchas de sus obras). A él le debemos, por citar una sola obra, la inmensa portada del álbum Aoxomoxoa, de los Grateful Dead.
- Stanley Mouse (1940-presente): Junto con Alton Kelley, el creador de la maravilla que es uno de los carteles más caros de esta historia, y que da título a esta página: Esqueleto y Rosas.
- Alton Kelley (1940 – 2008): De él es esta preciosidad de los 13th Floor Elevators (¿sabéis que en el estado de Texas no hay planta 13, pasando en los edificios de la 12 directamente a la 14?)
- Victor Moscoso (1936 -presente). Ojo que el pavo es español, gallego para más señas (como el abuelo de Jerry García… estos gallegos siempre han sido atrevidos en cuestiones de migración). Ha llegado a exponer algunas de sus obras en el MoMA. De las treinta y dos obras que podéis ver en el link anterior, personalmente elegiría el elegantísimo cartel que hizo para los Quicksilver en 1966.
Otro artista de la escena pero de menor importancia en lo que a cartelería se refiere es Robert Crumb, el cual siempre ha estado más involucrado en el mundo del comic. Por poner un ejemplo bastante representativo, fue el diseñador de la portada del segundo álbum de los Big Brother & The Holding Company, la banda en la que militaba Janis Joplin… y fijaos en algo que siempre me ha llamado la atención de esta portada: en la parte derecha inferior está, claramente, el logo de los Hell’s Angels de Frisco:
Bill Graham Presents y Family Dog Productions
Dos de los promotores de conciertos de mayor importancia de la escena. Bill Graham fue el leonino empresario que supo sacar rédito económico de todo aquello que se estaba gestando, mientras que Family Dog Productions fue un conglomerado de promotores, aunque encabezado principalmente por Chet Helms (apodado el padre del Verano del Amor).
Ambos se alternaban en una primera época los conciertos en el famoso Fillmore de SFO (una antigua sala de baile en el barrio de Fillmore St, una barriada de población, principalmente, negra… y se intuye que los alquileres serían sensiblemente más baratos que en otras zonas más pudientes de la ciudad) y el Avalon Ballrom, una sala de conciertos que funcionó de 1966 a 1969 (en contraposición al Fillmore, que tuvo su gemelo en la ciudad de Nueva York y que a día de hoy, a pesar de numerosos cierres temporales, sigue en funcionamiento).
Baste esta mera reseña de ambos promotores para entender que sin ellos y sus producciones ahora no disfrutaríamos de esa profusa producción de la cartelería que hoy tanto nos flipa.
Y, ah, una última curiosidad acerca de Bill Graham: hace un cameo en Apocalypse Now como, oh, promotor de conciertos.
Esqueleto y Rosas
Podríamos decir de este cartel que es el Santo Grial de la cartelería de los sesenta.
Si queréis saber cuánto puede llegar a cotizar, echad un vistazo a esta maravilla, una obra de arte de principio a fin: Esqueleto y Rosas, el cartel que diseñaron Stanley Mouse y Alton Kelley para el concierto que los Grateful Dead dieron los días 16 y 17 de septiembre de 1966 en el Avalon Ballroom:
¿El precio? En 2020 una copia ha llegado a venderse en una subasta (y obviamente hablamos de primeras impresiones y en estado excelente) alrededor de los 50.000$. Supongo que esto en cinco años andará por los 70.000$ pero… quién los tuviera ¿verdad?
El origen del diseño, tal y como lo cuentan Mouse & Kelley, es que ambos estaban buscando inspiraciones divinas en la biblioteca pública de SFO cuando se toparon, de frente, con un grabado en b/n del Siglo XIX, obra de Edward Joseph Sullivan, para un antiquísimo libro del Siglo XII de un poeta árabe (Omar Khayyam); se miraron y debieron decir algo así como: «¿lo tenemos?» «¡¡claro que lo tenemos!!».
Y fruto de tamaña casualidad, tenemos hoy uno de los posters más caros de la historia y aquí estamos, hablando sobre ello.
¿Cómo comprar un cartel hoy en día desde España?
Supongo que os he puesto los dientes lo suficientemente largos como para que queráis tener una pequeña joya en vuestro salón. Yo lo he hecho hace poco… fue siempre uno de mis sueños el tener un cartel original, tras mis visitas a la desaparecida Discos Melocotón y sus bellísimos carteles de la Jefferson Airplane.
Cuando estuve en San Francisco, tonto de mí, no indagué lo suficiente y no descubrí la gran tienda que es Rock Posters (no hay pérdida con el nombre, no). Así que en mitad de esta dichosa pandemia que nos ha tocado vivir, y con el dinero quemándome en el bolsillo, ví este precioso cartel de Santana, que marcaba 150$ y se trataba de una primera impresión y en estado «mint» (eso en castellano es «casi nuevo, excelente»)… un precio elevado, sí, pero asequible para un capricho y algo que vas a tener toda tu vida. Otros se gastan eso en dos pollos el finde.
Peeeeero: los 150$ eran si vas a la tienda y sales con él debajo del brazo. Por tanto, había que pagar el envío y también, ya en España, las aduanas. Sumándole el marco que hice específico para él (porque no lo iba a coger con chinchetas a la pared, ¿verdad?), la broma se me puso en casi 300€.
Otros sitios donde podéis comprar algún cartel con ciertas garantías son Wolfgang’s Vault, una empresa de un tamaño mucho mayor que la tienda anteriormente recomendada, con una amplísima oferta. También ebay funciona muy bien para estos objetos de colección, aunque no conozco a ningún vendedor fiable en estas lides. Al fin y al cabo, sólo me he comprado un cartel original de la época.
Fijaros muy bien antes de comprar nada en la letra pequeña: debéis leer cosas del tipo «The poster was only printed once before the concert» o «1st printing«. Mucho ojo con lo que ponga «program» o «Handbills«, ya que se tratan simplemente de los programas de mano que daban o los folletos publicitarios. Y son caros, así que no os guiéis sólo por el precio de venta.
También tiene muy buena pinta esta página que acabo de descubrir mientras redactaba este artículo: Classic Posters.
En cualquier caso, si necesitáis mi humilde ayuda, no dudéis en dejar un mensaje más abajo e intentaré echaros una mano.
Lectura recomendada
Aunque hay muchísimos libros en lengua inglesa sobre esta época, no es tan fácil encontrar uno en castellano sobre este movimiento tan interesante. Por ello os recomiendo un pequeño libro, económico, que os permitirá haceros una buena idea de aquellos años: se trata de «El Rock Ácido de California» del aún en activo periodista musical Jesús Ordovás.
Escrito pocos años después (1975) y documentado de primera mano por el autor (en el interior del libro hay una foto de él en la zona), se trata de un breve repaso a las pautas culturales y sociales que propiciaron este movimiento, y se detiene en algunos de los principales grupos de la escena, tales como los Grateful Dead, Quicksilver Messenger Service o Moby Grape, por nombrar unos pocos.
También encontraréis algunas de las letras en su versión original y su correspondiente traducción. Y es que si en España, en 2020, pecamos de no hablar bien el inglés, podemos suponernos cómo era en 1975, cuando la segunda lengua oficial en los institutos era el francés.
Por último, como libro de referencia a nivel mundial, se encuentra el afamado The Art of Rock, from Elvis to Punk (Paul Grushkin). Este libro, como su propio nombre indica, viaja por la cultura de la cartelería del rock, haciendo especial hincapié en la época de la que hablo en esta entrada:
Ah, el diseño de portada corre a cargo del antes mencionado Wes Wilson. Así que se presupone que el libro estará bien documentado cuando una celebridad como este diseñador se encargó de la portada.
Galería de imágenes
Creo que huelga decir que todas las imágenes tienen copyright y que están aquí con carácter meramente divulgativo. Disfrutad con estas joyas del siglo pasado.
Antes de que os zambulláis en la espectacularidad de estos carteles, os animo a uniros a este par de grupos de facebook, donde se comparten numerosos carteles y curiosidades sobre ellos:
Y uno específico sobre Rick Griffin:
Rick Griffin, The Man Behind The Eye
Una última aclaración: muchas de estas imágenes son en pequeño formato, ya que mi objetivo no es que os las descarguéis al mayor tamaño posible, sólo disfrutar con su visualización.
Y, sin más dilación, que ya os he dado una buena chapa, vayamos con los carteles:
3 comentarios
Michael Kiwanuka, el (merecido) hype del 2020 · 1 marzo, 2024 a las 1:12 pm
[…] y en un par más de ciudades californianas, y Haight Ashbury es la calle alrededor de la cual surgió todo el movimiento hippie de los sesenta, y donde los vecinos bien podían ser Jimi Hendrix, mis queridísimos Grateful Dead […]
La segunda etapa de The Beatles · 13 marzo, 2024 a las 7:35 am
[…] de vista, es la más interesante, con la esperanza de que sea de utilidad para alguno de vosotros. Y aunque siempre he sido un enamorado de la psicodelia norteamericana, con esas bandazas como son la Jefferson Airplane o los Grateful Dead… me rindo a la […]
Neil Young y el daño hecho (Harvest, 1972) · 15 marzo, 2024 a las 8:06 pm
[…] a la portada: obra de Tom Wilkes, podemos decir sin temor a despeinarnos que es uno de los grandes en el diseño de la historia del rock. Atentos a parte de la lista de lo que hizo en menos de diez años. Desde mi querido Dr. John al […]