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Llegábamos desde el increíble Parque nacional del Tayrona, en nuestro maravilloso viaje por Colombia. Aquí os dejo algunas ideas para pasar dos noches en Salento y el Eje Cafetero.
Cómo llegar desde Pereira
Aunque el aeropuerto más cercano es el de Armenia, nosotros tuvimos que volar a Pereira, unos 30 km’s más lejos. El motivo es que la combinación de vuelos, para conseguir uno directo, en hora y a buen precio, sólo nos dejaba la opción de ir a Pereira.
La opción cara es, sí, el taxi: 130.000 cop.
La barata: el bus, 8.000 cop.
Nosotros llegábamos en avión desde Santa Marta, a las 19.00h de la noche, y a esa hora ya no hay buses desde la terminal hasta Salento, así que elegimos taxi. Tuvimos suerte de encontrar una chica con la que compartimos gastos.
El precio tan elevado se debe, en parte, a que hay un peaje que hay que cruzar (y que el taxista debe obviamente pagar a su vuelta), así que es un precio difícilmente negociable (de hecho el precio oficial es 145.000 cop).
AVISO: si en el aeropuerto os piden el pasaporte para llevaros en taxi, no os asustéis: resulta que Pereira está en el departamente de Risaralda, mientras que Salento se encuentra en Quindío. Así que como los taxis de un departamento no pueden operar libremente en otro, ellos necesitan una justificación oficial de la prestación de ese servicio. Y damos fe que es así, ya que en el camino nos encontramos un control policial, y adivinad cuál fue la única documentación que solicitaron al conductor.
Para irnos a Pereira sí hicimos uso del transporte público. Demora alrededor de una hora y es un cómodo minibus.
El precioso pueblecito
Salento, con 177 años de antiguedad a sus espaldas es sin duda un pueblo de ensueño, pequeño, acogedor, con sus puertas excelentemente decoradas, sus jeeps en la plaza, su trucha con patacón, sus fincas cafeteras. Ubicado en las estribaciones de los Andes, y casi a 2000 m.s.n.m.
Tras nuestra visita, me quedó claro que si hay un gremio al que nunca le faltará trabajo, es al gremio de los pintores.
Tuvimos además la suerte de llegar al pueblo en el día de Las Velitas, una festividad nacional de suma importancia que se celebra (de noche) todos los primeros de diciembre en Colombia, y que adorna cada calle, cada puerta, con velas ofrendando a la Virgen del Carmen. Un espectáctulo sin duda inusual y una delicia para los amantes de la fotografía.
Recomendación gastronómica
Quiero destacar un restaurante en el que estuvimos en dos ocasiones, y que es uno de los que más tarde cierra cocina (22.00h): se trata del Quindú, un lugar con una cocina elaborada, contenido en su precio, y con una atención exquisita por parte de sus empleados.
¿Historia o leyenda?
Nos contaba Andrés, un joven y muy educado camarero, que el restaurante se llama así en honor a la tribu indígena de los Quindú, un pacífico pueblo dedicado en esencia al trabajo de la orfebrería y de la madera.
Cuenta la tradición oral que dos de los últimos descendientes de este pueblo fueron dos hermanos, ella Cocora y él Salento. Parece ser que el pueblo, pacífico como comentaba antes, desapareció sin dejar muchas huellas en la historia. La realidad es que el último descendiente, el último indio, murió hace tan solo 86 años, ya bien entrado el Siglo XX.
Dónde dormir en Salento
Elegimos el bellísimo Terrazas de Salento, a 50€ la noche. Un abundante desayuno y un gusto exquisito en la decoración de este hotel regentado por un matrimonio, él austriaco y ella colombiana.
En la charla de despedida el hombre me comentaba que eran ya 29 los años que llevaba en Colombia y que el país había mejorado muchísimo; salió a colación el omnipresente Pablo Escobar y me contó que él se encontraba muy cerca del lugar donde fue abatido, que puso la radio y escuchó algo así como «ya lo mataron».
Si hablamos de grupos terroristas, nosotros los españoles también tenemos nuestra infamia particular de la cual hablar; el hombre añadió que en un vuelo que hacía escala en la, por aquel entonces, recién estrenada T4 de Barajas, vió el agujero producido por el atentado terrorista del parking de dicha terminal.
Valle del Cocora
Efectivamente, tal y como decían cientos de blogs y comentarios en foros, una de las joyas de la corona colombiana: un bellísimo paisaje poblado de palmas de cera, autóctonas de la región.
Los jeeps (willys) salen desde la plaza del pueblo y te llevan directos hasta el parqueadero (bonita palabra, y castellana) donde comenzará tu ruta. El precio por persona, ida y vuelta, es de 6000 cop. Aunque oficialmente salen cada hora, la verdad es que por la afluencia de turistas, iban saliendo según se iban llenando (y cada jeep admite un máximo de 10-12 personas).
Dado que el día se presentaba lluvioso, sólo hicimos la parte corta de la caminata, la que asciende hasta la Finca La Montaña: cerca de 9km’s i/v. El paisaje va cambiando desde el valle, lleno de pastos y sólo las palmeras, hasta la altura, donde encuentras ya bosques de coníferas.
En las cercanías de la finca antes mencionada, encontraréis un buen número de colibríes, así que no sería necesario que os desviárais hasta otro lugar donde se avistan muchos otros.
Nos quedamos con la pena de no poder hacer el trecho largo, el cual cruza varios puentes colgantes pero… sí, efectivamente llovió: nos llovió mucho, y tuvimos que descender entre bruma, barro, y cientos de litros de agua sobre nuestras cabezas.
Fincas cafeteras
No pensaba yo que me fuera a gustar tanto esta pequeña excursión. Gloria eligió, acertadamente y a raíz de la recomendación de Génesis, la finca El Recuerdo, a la cual llegaríamos, de nuevo, en un Jeep por 6000 cop p/p. La entrada cada uno era de 15.000 cop y la información, una vez allí, nos fue brindada por Juan, un joven biólogo con unos conocimientos exhaustivos de la región y su fauna y flora.
A mí, que me gustan las plantas, me encantó: nos explicó, por ejemplo, el daño que está haciendo el eucaliptus, el cual absorbe todos los nutrientes de la tierra donde es cultivado (el desierto verde, lo denominan allá), de cómo un monocultivo es altamente frágil y objeto de plagas, de cómo se cruzaron las variedades de la cepa del café para conseguir una planta resistente a la rocha (una de las peores plagas que puede sufrir esta planta), o del marco histórico-político y el desarrollo de la región en torno a este cultivo, entre otras muchísimas cosas, a cada cual más interesante.
Y yo que pensaba que se iba a tratar de recoger unos granitos de café y poco más… ay amigos, qué atrevida es la ignorancia.
La ruta (en la que estuvimos, ojo, unas dos horas) terminó tomando una taza de café y, sí, comprando café en grano propiedad de la finca (10.000 cop por 250gr).
Si preferís llevarlo reservado desde España, echad un ojo a este link de Civitatis. Además, si reserváis desde ahí, estaréis apoyando este humilde proyecto.
Zonas termales en la región
Nosotros estuvimos en la Reserva Termal de San Vicente, alejada del pueblo unas dos horas en coche.
Fue una experiencia tan asombrosa (en todos los sentidos) que os animo a pinchar en el link y leer algo (también encontraréis otras recomendaciones):
Otras rutas por la zona
Génesis, la amabilísima venezolana que trabajaba en el hotel es una enamorada de la zona, y la conoce bien:
Nos recomendó hacer rutas por el Pico Machín, un volcán activo con fumarolas, estalagmitas, aguas termales…
También nos recomendó visitar la Finca La Carbonera, donde la densidad de las famosas palmeras es mucho mayor que en el famoso Valle del Cocora.
Por desgracia, dado que sólo estuvimos dos noches, no pudimos hacer ninguna de ellas, y debimos contentarnos con lo básico del asunto.
Tras el pequeño relax de una noche en la Reserva Termal de San Vicente, la siguiente (y última parada) de este maravilloso viaje por Colombia sería Medellín, una ciudad apabullante.