Producido por Dan Auerbach, de los famosos The Black Keys, nos cuenta en este emotivo artículo escrito tras la muerte de Dr. John que para él producir un álbum y grabar con uno de sus héroes musicales fue uno de sus sueños cumplidos. No podía ser de otra manera.
Directo a...
El cerebro del álbum, Dan Auerbach
Por aquel entonces los teclas negras ya habían dado el pelotazo a nivel mundial con el Brothers, pero también habían grabado discos interesantísimos con lo más potente de la escena hip-hop norteamericana, como es el proyecto y álbum de estudio Blakroc (un discazo, escuchadlo).
Ya he hablado tangencialmente de Dan Auerbach en las entradas de Yola y de Kiwanuka. Un tío que cada vez me merece más respeto y admiración. Como el famoso Jack White, parece que todo lo que hace está tocado por una varita mágica. Aún queda esperanza, muchachos.
No había hablado en detalle de uno de mis músicos preferidos, incorporado inexplicablemente tarde a mi Olimpo personal: el Dr. John, o Mac Rebennack, o Nite Tripper (Nueva Orleans, 1941 – Nueva Orleans 2019), un músico que empezó siendo guitarrista en los cincuenta de Nueva Orleans, grabando en los estudios del mítico productor Cosimo Matassa y que a principios de los sesenta construyó una de las figuras más enigmáticas y sensacionales que daría la música norteamericana: su alter ego el Dr. John.
El Dr. John y yo
Antes de sumergirme en detalle en cómo se gestó el álbum, dejadme que os cuente esta anécdota: tuve la fortuna de ver al Dr. John en una gira con B.B. King que recaló en Las Ventas (Madrid) a principios de este siglo de mierda que nos está tocando vivir, y años después pude compartir unas emocionadas palabras y regalarle un álbum de The Forty Nighters (mi banda por aquel entonces) en una second line de Nueva Orleans, cuando lo vimos orillado y cantando como uno más en el barrio, mientras los Indios del Mardi Gras se pavoneaban en uno de sus días grandes, el domingo siguiente a San José (19 de marzo).
Con mi inglés de Fuenlabrada, acerté a contarle que le había visto hacía muchísimos años en Madrid, en la susodicha gira con B.B. King (completaba el cartel Shemekia Copeland, para los ávidos de info). Al oír eso, de alguna manera se le iluminó la cara y, con su rota voz, me dijo algo así como «B.B. King y yo éramos grandes amigos, y solíamos tocar mucho allá abajo«, señalando con el dedo a un punto incierto de la maravillosa ciudad que es Nueva Orleans.
Habiendo hablado ya de mi libro (cómo no contar semejante historia cada vez que tienes la oportunidad), vamos a centrarnos en esta obra de arte que es el Locked Down (Nonesuch Records, 2012), disco ganador de un Grammy en 2013 al Mejor Disco de Blues.
Locked Down o la continuación de Gris Gris
Siendo Auerbach un enamorado de la música del Doctor desde que lo descubriera de pequeño con esa obra magna del funk criollo que es In The Right Place (1973), nos cuenta que cayó finalmente rendido al escuchar su pantanoso y críptico primer álbum Gris Gris (los gris gris son amuletos portadores de buena suerte, originarios de África y ampliamente usados en la religión vudú).
El citado álbum, aparecido en 1968, está lleno de ritmos étnicos, percusiones caribeñas y sonidos prestados de los rituales vudú que, me figuro, debió ser una auténtica sorpresa a pesar de lo que se estaba grabando por entonces (pensad en la música tan imaginativa y sorpresiva que llegó a finales de los sesenta, con unos Beatles en estado de gracia, Jimi Hendrix rompiendo todos los esquemas, los Grateful Dead dando conciertos hasta las cejas de ácido o Pink Floyd dando forma una de las mejores carreras de finales de siglo).
Baste como ejemplo representativo de estos sonidos comentados la inquietante Danse Kalinda Ba Doom.
Primeros contactos entre Dan Auerbach y el Dr. John
La ambiciosa idea de grabar un disco con una de las luminarias de la música norteamericana fue, cómo no, de Dan Auerbach; éste solicitó a su manager que intentara contactar con el Dr. John para proponerle la idea. Sabían que era un tío difícil de localizar, así que costó varias llamadas y tirar de contactos intermedios hasta localizarle en una casa de acogida para ex-presidiarios de Nueva Orleans, donde estaban cuidando de él, cocinándole… es fácil imaginar que el estado de salud de Mac Rebennack no fuese el más envidiable (y el título del álbum, Bloqueado, parece hacer referencia explícita al estado que atravesaba este buen hombre en el momento en el que llegó el teclitas negras a su vida).
La primera vez que hablaron fue vía telefónica, y nos cuenta Auerbach que le costó horrores entender qué quería decir… Posteriormente descubriría que era un mecanismo de defensa del Dr. John, al cual se la habían jugado tantas veces en su vida que, receloso de saber qué quería rascar su desconocido interlocutor, prefería poner las cosas difíciles. Al menos en un primer momento.
Inasequible al desaliento, el joven de esta extraña pareja compró sin pensárselo un billete de avión hacia la increíble The Crescent City y se dirigió a la dirección postal que tenía: picó a la puerta y se presentó como lo que realmente era, un auténtico devoto de la música grabada décadas antes por el Dr. John. Según sigue narrando Auerbach, poco a poco el Night Tripper se dejó encandilar, viendo que quien estaba ante él tenía un interés legítimo en su figura y no era un embaucador más de la escena musical.
El Dr. John presentó a su pupilo los muchos cuadernos con canciones a medio componer que tenía con él, y parece ser que pasaron la tarde hablando de música (¿de qué si no?) y bosquejando lo que serían las canciones que conformarían el hipotético futuro álbum.
Dan Auerbach lo había conseguido.
Gestando el disco
Sabedores ambos que otro In The Right Place sería imposible por lo acertado de aquellas composiciones y el impacto que tuvo en todo el mundo (cuenta Jon Cleary que fue uno de los álbumes que le hicieron inclinar su mirada hacia Nueva Orleans), Dan Auerbach tuvo el acierto de fijarse en ese primer disco que le había volado los sesos, y en esa dirección apuntó.
Y, ay amigos, qué gran presentimiento: efectivamente el disco que hoy nos ocupa, aún siendo más accesible que el primero en términos musicales y con una estructura más clásica en sus canciones, está lleno de detalles y sonidos inquietantes que lo hacen uno de los mejores álbumes de la música norteamericana de lo que llevamos de siglo: por momentos suena oscuro y críptico, por momentos jazzero, por momentos ácido, pero siempre, y de principio a fin, suena fresco y novedoso, rompedor tanto en la carrera de un músico que ya había dado lo mejor de sí hacía años, como en la carrera de otro del que aún esperamos que nos depare muchas y gratas sorpresas.
Por último, sólo quedaría apañar unos bolos en Nashville para engrasar a la banda antes de entrar al estudio.
Una vez dentro, y tras haberle mostrado Auerbach qué rollos estaba escuchando (jazz etíope, un buen punto de partida si lo que quería era dar al álbum ese sabor étnico y por momentos indescifrable), lo primero que nos cuenta que hizo Mac fue bendecir el estudio, con velas y portando esas semillas que había recibido de una bruja de Nueva Orleans. Esto nos da una clara pista de que el Dr. John era así tanto en el escenario como en su vida personal: un tío que había estudiado a fondo los rituales del vudú… un personaje, en definitiva y bajo nuestros parámetros occidentales, raro de cojones.
Porque no puedes ser un oficinista de 9 a 5 y luego entrar al estudio y parir semejantes obras de arte.
Detalles técnicos del álbum
Grabado en 2011 en el estudio creado por Dan Auerbach (Easy Eye Sound Studios) y producido por él mismo, es un trabajo claramente marca de la casa. Si habéis escuchado cualquier álbum de los Black Keys desde aquel increíble Brothers entenderéis de lo que hablo: un sonido muy característico, con canciones llenas de capas superpuestas, sonidos analógicos actualizados a estos tiempos, una clara atención al detalle…
Para algunos puede incluso tratarse de producciones sobrecargadas, pero es precisamente eso lo que marca la diferencia. He escuchado muchos trabajos de ese estudio (Yola, los propios Black Keys, Robert Finley) y todos tienen estos parámetros en común.
Lo mejor es que, todo eso tan complejo es perfectamente extrapolable a un escenario, y tener el buen hacer de no perder un ápice de detalle en el trayecto.
Mirad uno de los vídeos oficiales grabado en Brooklyn tras la salida del álbum:
Los créditos del álbum son extensos y no merece la pena transcribirlos aquí, así que os emplazo a pinchar en la imagen y consultarlos directamente en esa inmensa base de datos musical que es discogs.com:
Cabe destacar de todo este plantel a las McCrary Sisters, cuatro hermanitas (aunque aquí constan sólo tres de ellas) que conforman uno de los más poderosos coros de gospel de la actualidad. Con ellas han contado para embellecer sus álbumes gente como Mike Farris, Buddy Guy o Sheryl Crow.
El trabajo de la sección rítmica es asimismo digno de reseñar, con unos contrabajos y unas cajas de batería que son verdaderamente notables, más cercanas en algunos casos al jazz que al r&b pantanoso que impregna todo el álbum. Baste comentar que Nick Movshon es el bajista que grabó los bajos en el mundialmente famoso Back To Black de Amy Winehouse.
¿Por qué no incluyen en los créditos del disco físico a la sección de vientos? Escuchando el último álbum de Brian Olive, Living on Top (un gran disco oculto entre la pléyade de lanzamientos) veo que el amigo toca también el saxo barítono en su propio disco. Así que intuyo que el saxofonista aquí es también él. Vaya con estos músicos ocultos en las sombras.
Por último, la propia guitarra de Dan Auerbach tiene un par de momentos en los que demuestra por qué es uno de los grandes de la escena (ese solo en Getaway, con ese trémolo natural… aplausos).
Quizá este disco sea la verdadera obra póstuma del Dr. John, un tío que nos duró unos años más de lo esperado por lo mucho que había castigado su físico a base de drogas y mala vida. De lo que estoy convencido es que es uno de los mejores discos de su carrera, y todo lo debemos al empeño del jovenzuelo Dan Auerbach.
2 comentarios
Música de Nueva Orleans. Una playlist. · 1 marzo, 2024 a las 11:44 am
[…] antes de ver la foto con el Dr. John (leed esta reseña que hice sobre uno de sus grandes y últimos discos), dejadme que os cuente por qué tiene un cd de mi banda en la mano: Desde hace unos años, cuando […]
Neil Young y el daño hecho - ¡Y vuelve a Spotify! · 15 marzo, 2024 a las 8:14 pm
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