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Primeras impresiones de Memphis

Fundada el 22 de mayo de 1819, Memphis es una ciudad que ha servido de paso y en cierta forma ha marcado una frontera imaginaria entre el industrializado norte y el agreste sur estadounidense

El mismísimo B.B. King dice que cuando llegó por primera vez en los años cuarenta a Memphis le pareció que llegaba a otro mundo. Y eso que él nació a no muchos km’s de Memphis. Para ser exactos, a 225 km’s. Así que imaginad la importancia que debió tener esta ciudad para la población negra del sur.

Ahora sin embargo parece una ciudad que vive un poco de las rentas de su (glorioso y reciente) pasado.

Y es que la ciudad tiene el orgullo de albergar en sus alrededores la Stax Records (¿os suena un tal Otis Redding?), Sun Records (un chavalín llamado Elvis Presley grabó algo por allí), Graceland (la famosa casa donde luego vivió ese chavalito, aunque no hacía falta explicarlo, ¿verdad?) y lo que para mí se convirtió en imprescindible y creo que no tanta gente lo tiene en cuenta cuando visita Memphis: el Museo de los Derechos Civiles, el antiguo Lorraine Motel, donde fue asesinado Martin Luther King Jr.

¿Ciudad que vive del pasado?

Pues no lo sé, pero a mí me dio esa sensación. Os cuento nuestras circunstancias y los motivos que me hacen pensar en ese enunciado: tras pasar cuatro maravillosas noches en Nueva Orleans y una noche en el mágico Shack Up Inn de Clarksdale, llegamos a medio día con un amenazante  cielo encapotado a Memphis.

Lo primero que hicimos, como haríamos la mayoría, fue ubicar los apartamentos en los que nos alojábamos y tras dejar rápidamente las maletas, ir a devolver el coche que habíamos tenido esos días de atrás en alquiler.

Quiero enseñaros esta foto que, tras año y pico después del viaje, me sigue chocando cuando pienso en ella, y ahora os cuento por qué:

Tres días en Memphis

Downtown Memphis

En la foto, como veis, se muestran los restos de un antiguo edificio. Nada más, la foto no tiene mucho más en dónde rascar.

El rollo, lo que me flipa de ella, es que el teléfono (que sabéis que en muchas ocasiones geolocaliza las fotos) me la catalogó… ¡en el Downtown Memphis! Uhhh vale, ¿y qué? Bueno, pues que Downtown en inglés se refiere al centro, al casco histórico, de una ciudad.

Y coño, ¿cómo no me va a sorprender que ese paisaje esté en el centro de Memphis? Si a esto sumamos que la famosa Beale Street (arteria central que en su momento fue un compendio de antros de perdición y de música vibrante) ahora se ha convertido en un sitio donde se compite entre locales, a ver quién tiene el volumen más alto y guitarrea más, pues… bueno, en cierta medida te llevas un chasco. Y más si días antes has estado en New Orleans.

Hablemos un poco de Beale Street

Pero argumentemos esto, no vayáis a pensar que soy un sibarita (que lo podré ser, pero en este caso me libro de que me lo llaméis, jeje): Beale Street, siete y media de la tarde. Estábamos viendo un buen concierto de Blues acústico en el King Jerry Lawler Club (he tenido que buscarlo, no penséis que recordaba el nombre, no). El concierto era de Eric Hughes, y el tío, lo dicho, muy buen material: él a solas, acompañándose con un bombo de batería… en fin, un concierto de los que, sin que sea el que recordarás el día que la palmes, lo disfrutas.

Tres días en Memphis

Mural en Beale Street, Memphis

Resulta que al poco de estar sentados, ya con nuestras birras en la mano (qué rica la IPA americana) empieza la prueba de sonido en el garito de enfrente, y ahí empieza mi incredulidad y mi indignación. ¿Cómo puede ser que esté escuchando más la música de un local ubicado a quince metros que el concierto que estaba viendo en la sala? Así que no me quedaron más narices que levantarme y decirle al de la puerta que por favor, que la cerrara, porque no estaba escuchando el concierto.

Y en este mismo concierto nos ocurrió otra cosa en la que yo ya comencé a buscar la cámara oculta, porque no me lo creía.

Os pongo en situación de nuevo: aquí en España es muy común la crítica entre los aficionados a la música del poco respeto existente que hay en los conciertos (yo lo sufro como guitarrista y como público, creedme): temas lentos en los que la gente se pone a hablar, a reír, a contarse sus batallas… Ya os imagináis por dónde voy, ¿verdad? Volvamos a mi puerta recién cerrada para que no se escape el gato (o entre el tigre).

Cuando comienzo a disfrutar del concierto de nuevo, es cuando entra una madre al local con sus dos hijos, de unos siete y nueve años, americanos ellos desde las uñas de los pies hasta la última hamburguesa que se han pedido. Se sientan y… y… ¡¡la madre saca el móvil y les pone vídeos-de-mierda a todo trapo a los niños, para que se entretengan!!

Resumen: que ni en el mismo Memphis hay respeto por los músicos, ni hay lugar en este mundo que se escape de la mediocridad humana.

 

Tres días en Memphis

Huella de Jerry Lee Lewis en Memphis

2003, El Año del Blues

Sobre esto, y ya acabo de hablar mal de la pobre Memphis (porque me gustó, aunque no lo parezca ahora mismo), os emplazo a ver Camino a Memphis, uno de los siete documentales rodados y/o producidos por Martin Scorsese en 2003, «Año del Blues» en Estados Unidos (se toma este año como el centenario del nacimiento del Blues, cuando se dice que W.C. Handy, director de  orquesta ligera afroamericano, escucha en 1903 una extraña melodía en una estación de tren de Mississippi, y al asomarse encuentra a un negro tocando Blues con una navaja en su guitarra.

W.C. Handy es ahora denominado «Padre del Blues» por incorporar estos sonidos nuevos a su orquesta y hacerlo popular entre su público.

Me pierdo, disculpadme… al tema: en el documental nombrado más arriba, sale Rosco Gordon, un entrañable y ahora desconocido músico que tuvo cierta fama en los años cincuenta con ese estilo que tanto lo estaba rompiendo por aquel entonces, el Rhythm & Blues. Aquí tenéis uno de sus mayores éxitos. Un temazo, sí señor.

Bien, en el documental sale paseando el hombre por Beale Street y asomando el cuezo a los diferentes garitos que encuentra, y de muchos de ellos sale diciendo, negando con la cabeza, «Too loud, man, too loud«. Soy de la opinión que si lo dice una antigua estrella del estilo, ¿quién somos nosotros para negarlo?

Qué me gustó de Memphis

Joder, mogollón de cosas. Vamos a enumerarlas un poco por encima:

Las costillas del Rendezvous

En el centro de la ciudad. Ni Stax, ni Sun Records, ni hostias. Las costillas, que tan mantequilla parece la carne, que ni cubiertos te dan para comerlas. Con las manos. Ten en cuenta que tienen medio costillar y el costillar completo: pedid este último, no os arrepentiréis: no es excesivamente grande y la carne entra sola.

Peabody Hotel

Podría considerarlo, sin miedo a exagerar, una de las cosas más raras que he visto en un viaje, y es que la cosa tiene telita: este lujoso hotel, céntrico respecto a Memphis como el Km. 0 a Madrid, tiene la costumbre desde hace unos (ojo) ochente años de bajar dos veces diarias en el ascensor a una familia de patos que vive en la azotea. Para que se bañen en la fuente principal.

Tres días en Memphis

Tienda del Hotel Peabody, Memphis

¿Y cómo llegan hasta la fuente? En alfombra roja. ¿Es acojonante o no lo es? Pues allí cada día a las once de la mañana y cinco de la tarde se forman unos pitotes de niños y adultos que se acercan a ver a los patos, que no os lo podéis imaginar. A continuación me dio por pensar que los americanos son especialistas en vender lo suyo, y venderlo como si fuera un producto de primera necesidad. Es acojonante cómo saben exportar su cine, su música, sus coches, sus guitarras y sus.. bueno, no sé cómo llamar a esto de los patos. Atracciones, quizá.

Y ahí tenéis la foto anterior que lo demuestra, una tienda repleta de patitos de goma y artículos relacionados con su mundo fantástico de los patos en alfombra roja. Y la tienda, llena.

Que Al Green sea pastor de una iglesia baptista y oficie misas semanales y tú puedas ir allí. Y joder, nos lo perdimos. No nos cuadraba en fechas. Ah, ¿que como es que un cantante de soul tórrido y caliente se pasa a la música sacra? Sí, la historia eterna de las dualidades, bien/mal, etc… Gente que se siente mal por cantarle a las más bajas pasiones del ser humano. Y es una constante en la historia del Blues.

El Mississippi: sigue allí.

 

Tres días en Memphis

El Mississippi a su paso por Memphis

Museo de los Derechos Civiles

Imprescindible. Creo que el lugar se merece una página propia.

Tres días en Memphis

I’m a man, Museo de los Derechos Civiles

Estudios de grabación míticos

Por supuesto, dos de los estudios de grabación más importantes: Stax y Sun Records. Lo grabado allí en dos décadas es de un valor incalculable para los amantes de la música como yo. Nombres como Elvis Presley, Otis Redding, Isaac Hayes, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison… Joder, impresiona. Y todos en esa zona, en un corto período de no más de quince o veinte años.

Como se merecen una página propia, aquí la tenéis.

Tres días en Memphis

Exterior de la Stax

Graceland

Realmente, sólo la recomiendo si tienes el tiempo y el dinero suficiente para visitarla (la entrada sencilla, sin acceso a su colección de coches y un par de jet’s privados, tiene el módico precio de unos 38 dólares, y no te lleva más de dos horas). A mí personalmente nunca me ha gustado Elvis Presley, pero aún así estuve…

Eso sí, le resté tiempo al Museo de los Derechos Civiles, y ahora que lo he hecho, si sólo debéis elegir entre una u otra cosa… elegid el Museo, no lo dudéis.

Tres días en Memphis

Exterior de Graceland

Por cierto, si os encontráis con un colega que hice allí, dadle recuerdos de mi parte:

Comprar entradas para Graceland

Comprando entradas para Graceland

Más cosas que podréis visitar en Memphis: una de las míticas fábricas de Gibson, el Rock’n’Soul Museum… Como veis, podéis pasar tranquilamente varios días y no habréis acabado de ver todo lo que esta ciudad oferta. Y esto sólo relacionado con la música. Increíble ¿verdad?

La Playlist

En un viaje de este tipo (de cualquiera, realmente…) la música es fundamental, así que os voy a dejar una playlist que hace un recorrido de varias décadas por la ciudad: desde las famosas jug bands, a mi querido Howlin’ Wolf, pasando por Elvis y acabando en la actualidad con otro grande como es Ben Harper (acompañado del inconmensurable Charlie Musselwhite).

Disfrutadla:

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