La Ray Collins Hot Club, banda alemana de swing con doce discos en el mercado, es ahora mismo un torbellino de energía perfumado de aromas de los años 40 y 50. Honk My Horn (Goofin’ Records, 2003), el disco que hoy nos ocupa, me parece una pequeña joya subterránea (aunque ahora en 2019 ha sido reeditado, cuando lo compré me costó encontrarlo: recuerdo que tras un concierto de ellos en 2017 contacté con la discográfica vía mail y no quedaban copias disponibles).
Llegué a esta banda hace unos años, cuando me interesé en conocer un poco más acerca de esa figura maldita que es André Williams, un tipo que fue protagonista en los albores del rock’n’roll (músico y compositor, nada menos que en la mismísima Motown Records, para terminar viviendo en la indigencia durante muchos años, adicto al alcohol y drogas varias) y me encontré con este vídeo:
¿Qué, qué os parece? Vaya bombazo de tema que se marcaron tras, según cuentan ellos en su propia web, un único ensayo desastroso donde André Williams no paró de pedir botellas de Bacardi desde su aterrizaje en Alemania. Rock’n’roll.
Este concierto tuvo lugar en el Teatro Gloria, de Colonia, donde la Ray Collins toca una vez al año.
Pero volvamos al disco que nos ocupa:
Lo primero, lo que os diría en una barra de bar hablando sobre música: vaya discazo, escuchadlo ya, damas y caballeros. Convertíos en adictos a él, porque no hay otra escapatoria.
La matraca empieza con el Knock Out Boogie, producción impecable y un claro hit bailable (con lo de moda que se ha puesto bailar swing y ,oh, blues… imprescindible para esos diyeis swingueros)
El disco continua con temas con cadencias irresistibles (All Alone, There Goes My Pride), olores a Big Band e incluso algún shuffle propio enteramente del blues (Honk My Horn).
Un disco que abarca décadas de música negra, pero que suena muy homogéneo de principio a fin, con una pequeñísima salvedad:
Si sois de los que os gusta ir un poco más allá de la canción en sí, y os fijáis en las labores de producción, en cómo se mezcló un disco, en los sonidos finales… en este disco encontraréis cierto entretenimiento, y me explico:
Sólo basta con poner la última canción y la primera después, para que notéis que ni la mezcla, ni los volúmenes finales, ni la intención de la banda es la misma: más bien parece que el disco se grabó en diversos momentos y diferentes estudios, ya que es demasiada la diferencia de producción entre esos dos temas (hay otros en esa línea, pero en estos dos se aprecia claramente)
¿Malo? En absoluto. Da más carácter a la obra final. Venga, dadle caña al disco.
Por último, esta música (cualquiera en realidad) merece ser escuchada con unos buenos cascos.
¡Saludos y comentadme qué os ha parecido!
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