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Cómo llegar desde Cartagena de Indias

Llegamos al pueblecito de Guachaca desde la terminal de transportes de Marsol de Cartagena de Indias, una compañía de transporte puerta a puerta que opera en todo el Troncal del Caribe (la carretera que discurre paralela a la costa).

El precio en diciembre de 2019 fue de 79.000 cop por persona, desde Cartagena a Guachaca. Si sólo vais hasta Santa Marta, el precio es de 44.000 cop. El trayecto desde la colonial Cartagena de Indias dura unas cinco horas y media, con un par de paradas en el camino.

La reserva la hice cómodamente a través de whatsapp dos noches antes del viaje. Esta empresa, no sé por qué motivo, tiene opiniones muy polarizadas en Internet: gente como yo que dice que prestaron un buen servicio, y otras tantas que dice que les dejaron tirados, etc etc. Nuestra experiencia fue buena, así que por mi parte, os animo a hacer uso de ella.

Alojamiento elegido

A este tema le dimos bastantes vueltas: la oferta hotelera es, aunque pudiera no parecerlo, enorme: desde tiendas de campaña, hasta hoteles de lujo. Y entre medias, todo el espectro que se os pueda ocurrir: ecohoteles, cabañas a pie de playa, lugares de mochileros, etcétera.

Parque Nacional Tayrona, joya colombiana

Nuestra elección fue el Playa Pikua Ecolodge: 232€ tres noches (el hotel más caro del viaje). Unas preciosas y comodísimas cabañas a pie de playa con una atención excelente (a través de whatsapp, un diez para ellos) por parte tanto de la señora Marta como de toda la plantilla con la que tratamos durante esos días.

Esta foto, por ejemplo, está tomada a menos de quince metros de la cama:

Parque Nacional Tayrona, joya colombiana

¿Y la comida? ¿Hay allí restaurante?Os preguntaréis. No, no lo hay, pero tranquilos, no estaréis en mitad de la selva. Ellos trabajan con un restaurante local (De la Mar al Plato) que, por un precio no muy elevado, te traen a tu propia cabaña manjares como langosta, mero, langostinos, y así hasta contabilizar cerca de veinte platos. También hay otros hostales muy cercanos con bar y cocina, así que opciones hay suficientes.

Si no habéis vivido nunca esta experiencia (para nosotros era la primera vez), no sabéis el lujo que supone estar cenando con el oleaje del Mar Caribe a menos de quince metros de ti y rodeados de naturaleza tropical.

Entrando al Parque Nacional Tayrona

Nosotros entramos al parque el día 6 de diciembre de 2019, justo el día después de que se acabara la concesión que el gobierno colombiano había otorgado a Aviatur (empresa privada de origen francés) y comenzara a ser operado directamente por Parques Nacionales de Colombia… y no queráis saber el lío que había en la entrada: cortes de luz, los boletos que no terminaban de llegar desde Santa Marta, gente haciendo cola desde las 7.00h, cobros con tarjeta que no funcionaban…

Cómo comprar la entrada

Aunque desde el día 6 al 15 de diciembre hubo un período de gracia en el que podías comprar la entrada o bien en taquilla, o bien por Internet, ahora mismo sólo se puede comprar vía online, en la página de Parques Nacionales:

El precio en diciembre’19 fue de 127.000 cop, dos personas. Hasta el momento, la única forma de pago es realizando una transferencia bancaria y presentando el recibo en taquilla.

Parque Nacional Tayrona, joya colombiana

Espero que esto quede solucionado rápidamente, y permitan pago con tarjeta o alguna pasarela de pago tipo Paypal, y es que… ¿cómo hacemos los turistas para pagarlo? ¿Tenemos que ir a un banco colombiano a realizar una transferencia, a la vieja usanza?

Tampoco termino de entender por qué no se puede comprar en taquilla: estoy convencido que habrá mucha gente mayor (y no tan mayor) que no se maneje bien con Internet y prefiera pagarlo allí.

Una vez dentro del Parque

Tras las taquillas hay un servicio de busetas que te sube hasta el parking por el módico precio de 3000 cop. Son 4 km’s de asfalto totalmente obviables y que, para más inri, son cuesta arriba. Haced uso de dichas busetas, os ahorraréis un tiempo precioso que luego podréis invertir en bañaros en cualquier playa. Este servicio opera hasta las 17.30h (la hora en la que anochece allí).

Parque Nacional Tayrona, joya colombiana

Dado que nosotros entramos por la entrada Zaino (la que se encuentra al este del parque), sólo hicimos la visita hasta Cabo San Juan (el sitio que se ve en las fotos cuando buscas info del parque). Desde el parking son unas 2 horas.

Parque Nacional Tayrona, joya colombiana

Lo que nosotros nos encontramos durante esta visita fue paisajes de una belleza apabullante, playas naturales preciosas y vegetación exuberante.

Recomendaciones para tu visita

Según el móvil, nuestra caminata fue de unos 16kms (ida y vuelta). Por este motivo, os recomiendo llevar un buen calzado… había mucha gente con chancletas y no paraban de quejarse.

No debe faltaros tampoco un buen repelente antimosquitos, abundante agua, comida (aunque hay numerosos puestos en el interior), un bañador, crema solar, dinero en efectivo y cámara de fotos. Qué sitio más espectacular.

Aunque ya veréis al resto de gente, pensad en ir recogiendo para desandar el camino sobre las 15.00h… os quedan dos horas de vuelta y creedme, seguro que no queréis que os caiga la noche. Además hay, por lo visto, mucha serpiente, algunas de ellas venenosas. Y es que, amigos, eso es la selva en su estado más puro.

Cuidadlo y disfrutadlo.

Otras visitas por la zona

Quizá la más famosa sea Quebrada Valencia, que es la que hicimos nosotros.

El acceso cuesta 3000 cop y el servicio de guía que os ofrecerán son… niños. Sí, joder. Niños.

Obviamente no contratamos el servicio de ninguno de ellos, pero tras llegar nosotros a la bella cascada, se acercaron a nosotros y son niños de 12 años que ya se están buscando las habichuelas con el turista. Conocimos a dos de ellos (Alexander y Luisfer), y me alegró comprobar que conservan la inocencia propia de su edad, con una sonrisa aún libre de la malicia de un adulto.

Les pregunté si iban al cole, y por suerte, sí, pero la respuesta me descolocó más aún: decían que trabajaban para poderse pagar los cuadernos y las cosas que necesitasen o incluso para desayunar («hoy no hemos desayunado», me dijeron).

¿Y qué haces en un caso semejante? ¿Les das algo que para ti no significa nada? No lo hicimos. Creo que darles dinero es el camino fácil para que se alejen de los estudios, para que perpetúen ese modo de vida, para sumirles a ellos, y sobre todo a generaciones futuras, en esa vida. Y aún así, sientes que algo estás haciendo mal.

En fin, siento acabar esta entrada con algo tan amargo, pero esto también es parte del viaje. Qué impotencia y qué asco.

Nos vamos a Salento.

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