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El chico de los periódicos
Eli Husock (Boston, Massachussetts, 1982) es una de las voces más bonitas de estos últimos años y mutiinstrumentista (piano, guitarra, armónica… ¡que yo sepa!). Es más conocido en el mundo del Soul como Eli Paperboy Reed, mote adquirido en 2002 en Clarksdale (Mississippi), donde pasó nueve meses inmerso en los juke joints de la ciudad y mamando de la teta de la que supo que tenía que mamar si quería aprender qué era eso de machacarse noche tras noche en un garito.
Y es que Clarksdale, a pesar de ser una ciudad pequeña, es donde se encuentran algunos de los últimos juke joints del país, el famoso cruce de caminos o el Museo del Blues del Delta. Y tan buenas migas hizo con los músicos de la ciudad que fue incluso tutelado por el famoso batería de Blues Sam Carr (Jelly Roll Kings), hijo del legendario Robert Nighthawk.
El mencionado mote le vino dado por la gorra que noche tras noche le acompañaba, muy similar a la que llevaban los (tantas veces vistos en la tele) chavales que repartían los periódicos en los barrios blancos estadounidenses.
Un vistazo a su carrera hasta 2011
Tras esa breve estancia en Mississippi se desplazó a la Ciudad del Viento, Chicago, donde comenzaría a cursar sociología; allí tuvo un programa de radio llamado We Got More Soul (sí, como la cancionaza de los oscuros Dyke & The Blazers). En la ciudad conoció a la vetusta artista de Soul Mitty Collier, la cual tuvo un pequeño éxito en 1964 pero que llevaba años oficiando de ministro en una iglesia de barrio.
A la mujer le gustó tanto el rollo de Eli al piano que le invitó a unirse como Ministro Musical a su iglesia: en tan casto lugar podría tocar el piano y encontrarse con el Señor… y tanto debió influirle este poco tiempo que pasó oficiando de Ministro que ahora el gospel es una constante en su carrera, versionando a clásicos del género y descubriendo a sus seguidores joyitas ocultas a través de sus redes sociales, ya que el colega es un ávido coleccionista de singles y surcos ocultos en la historia de la música.
De vuelta en Boston decidió montar una banda (Eli Paperboy Reed & The True Loves) con la que grabaría dos discos que son dos piezas muy notables del potencial del amigo:
Eli Paperboy Reed Sings «Walkin’ and Talkin’ (autoproducido, 2004) es una colección de temazos de Blues y R&B que reflejan claramente su paso por Clarksdale, y que se intuye fue grabado con pocos medios en un sótano de Alliston (verídico: así lo indican los escasos créditos del álbum). Tuve la suerte de comprárselo en mano en 2016, tras un bolazo que ofreció en el The Empty Bottle de Chicago.
El disco que adquirí es ya una reedición de 2014, me costó 20$ y es uno de los más caros de mi humildísima colección (veo en discogs, la mayor base de datos de Internet de discos, que se llegó a vender uno por 199$).
El segundo álbum, quizá uno de mis preferidos junto con el que justifica esta página es Roll With You (Q-Dee Records, 2008): éste sí huele más a Southern Soul, con una sección de viento en toda regla y una producción más cuidada. Crudo, dulce, soulero y con cojones. Como un disco tiene que ser.
A partir de aquí el nombre de la banda desaparece y empieza a firmar sus discos sólo con su apodo.
En 2010 entra en Capitol (ojo, ojo) y producido por Mike Elizondo pare Come and Get It, un disco que a pesar de recabar buenas críticas no llega a entrar en el Billboard 200, la lista de éxitos musicales de la revista que lleva el mismo nombre. El disco, aunque sigue oliendo a Soul, ya tiene un sonido más dulzón, y se ve una clara progresión desde aquel lejano sótano de Massachusetts. Y es que basta echar un ojo a los créditos del disco para darse cuenta que estamos ya ante una gran producción.
Posteriormente graba Time & Place (Buenritmo, 2011), un delicioso EP con nuestros The Pepper Pots, banda catalana ya desaparecida de Soul con tres vozarrones femeninos al frente. Un extended play de cuatro canciones con un dvd que recoge cómo fueron las grabaciones en estudio y algunos fragmentos de bolos que dieron durante su breve pero fructífera estancia en nuestro país.
Desencuentro con el mainstream
En 2012 tuvo que picarle algún bicho y debió verse embelesado con las oscuras promesas de alcanzar el éxito en su sentido más amplio, ya que firma con Warner el disco que casi acaba con su carrera: Nights Like This (Warner, 2014), un disco que ni suena a él, ni tiene atractivo alguno para la grandísima nómina de seguidores que hasta la fecha le habían acompañado y disfrutado en festivales de todo el mundo.
Y no hay nada reprochable en probar suerte y querer alcanzar al público mayoritario, claro que no: al fin y al cabo ese perfil de músico maldito está muy bien para los oyentes, pero el músico que quiere comer y vivir con ciertos desahogos puede que tenga que hacer alguna concesión en su sonido…
Lo que pasa es que aquí el pobre Eli se pasó de frenada, sinceramente (y así lo reconoció él en un agrio y duro post de facebook donde dejó por escrito que debido a este disco estuvo a punto de caer en una depresión y, a la postre, acabar con su congruente carrera).
¿Creéis que exagero? Bien, veamos un par de vídeos…
2008, en uno de los late night más famosos del país, el de Jools Holland:
My Way Home (2016)
Tuvieron que pasar dos años hasta que parió este discazo: si del primer album comentaba que tenía un sonido crudo, en este se aprecia que fue deliberadamente buscado: una banda de sólo cuatro músicos, haciendo coros todos, y sin floritura alguna: guitarra, bajo, batería y un teclado. Una colección de temas desgarrados, un álbum que intuyo necesitaba grabar tras el chasco que se llevó con la megaproducción anterior.
My Way Home (Yep Roc Records, 2016) vuelve a atraer al artista al rollo que mejor maneja: el del soul crudo, el del r&b desgarrado, el del gospel de los desengañados, el de guitarras saturadas en amplis baratos, el de los ligeros errores en la interpretación (no, no es necesario que todo suene perfecto), y con una portada que ilustra a la perfección que necesitaba un revulsivo como éste para reconciliarse con él y, en definitiva, con todos nosotros.
Aplausos, Eli: pariste un grandísimo disco, uno de los mejores del Siglo XXI de mi colección. Gracias por temazos como Hold Out o The Strangest Thing. Qué bien hilados y cómo suenan, copón.
Dejadme que os muestre de qué hablo, y luego lo comparáis con los anteriores:
Y aunque esta formación es mayor que la que grabó el disco, sí son los mismos teclista, batería y bajista que ví en el Empty Bottle y que aparecen en los surcos de este discazo que os recomiendo comprar desde ya.
Discos posteriores
Tras volver a sus conocidos y queridos senderos, últimamente ha grabado un par de discos interesantísimos: uno de ellos en 2018 con la High & Mighty Brass Band (una banda formada sólo por instrumentos de viento), donde reinterpreta muchos de los temas que le llevan acompañando ya casi un par de décadas (también el WooHoo, sí) y otro larga duración en 2019, 99Cent Dreams (2019), ambos editados con la que es su discográfica tras el fiasco con la Warner, Yep Roc Records.
De estos dos álbumes permitidme que no me extienda mucho, pero no me los he trabajado lo suficiente 😛
Por último, esta música (cualquiera en realidad) merece ser escuchada con unos buenos cascos.
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