Hoy, 9 de mayo de 2020, con prácticamente toda la población mundial confinada en sus casas, nos ha dejado el más grande de los artistas del Rock’n’Roll: Little Richard, uno de sus pioneros, y sin duda uno de los más descarados, lascivos y sudorosos músicos que ha presenciado el mundo del espectáculo.

Primeros años

Ha muerto con 87 años El Melocotón de Georgia (o la Reina del Rock’n’Roll, si lo preferís). Nacido en Macon, una pequeña ciudad de Georgia, en 1932, fue expulsado del hogar con solo trece años: su padre, vendedor de alcohol ilegal, no soportaba ni la música que su hijo interpretaba en las iglesias cercanas, ni desde luego sus claras tendencias homosexuales.

Adiós a Little Richard, el Melocotón de Georgia Con tan solo quince años ganó un talent show que le sirvió para firmar un pequeño contrato con la RCA y, quizá más importante, su nombre artístico, por el que el mundo entero le conocería y adoraría: Little Richard (era la moda en la época esos apelativos cariñosos e inofensivos, y así lo demuestran otros artistas como Little Esther o Little Milton).

A principios de los años cincuenta, tras el asesinato de su padre y para sustentar a su familia, trabajaría de lavaplatos en la estación de autobuses Greyhound (una de las mayores empresas privadas de autobuses estadounidenses, aún operativa hoy día y presente en multitud de películas y canciones).

Entre 1955 y 1958 asentaría los pilares del Rock’n’Roll grabando para Specialty Records en Nueva Orleans, en los estudios de Cosimo Matassa y a las órdenes de Bumps Blackwell.

Cito unas pocas canciones para que nos hagamos una idea de la envergadura del asunto: Long Tall Sally, Tutti Frutti (la letra tuvo que suavizarla para la grabación debido a su explícito contenido sexual), LucilleGood Golly Miss Molly. Sólo en tres años.

Ahora estas canciones suenan, quizá, amables, inocentes, pero… ¿podéis imaginaros el bombazo que supuso esto en la America blanca? Basta con echar un vistazo a la lista de éxitos de 1954 para hacerse una idea de lo disruptivo del asunto. Little Richard diría en 1990 a la Rolling Stone americana que su música fue la primera en aunar a blancos y negros.

Mis querídisimos The Beatles junto a mi no menos querido Melocotón de Georgia.

Adiós a Little Richard, el Melocotón de Georgia

Una primera retirada

Esta historia es cachonda como pocas, quizá una de las más grandes de la historia del Rock’n’Roll:

Primer aviso: Durante la gira australiana en la que se embarcó en octubre de 1957 junto a Gene Vincent y Eddie Cochran, el tío sorprendió al público de un concierto anunciando que estaba a punto de ingresar en un Ministerio eclesiástico. Parece ser que el vuelo de Melbourne a Sidney sufrió ciertos problemas, y él asegura, en su biografía Oooh, My Soul!!! (un excelente libro que recomiendo desde aquí, trufado de anécdotas y datos), que vio al rojo vivo uno de los motores del avión y sintió que los ángeles sostuvieron al avión para que no tuviera un fatal accidente.

Segundo aviso: a mitad del concierto de Sydney, puedo imaginar que aún con el susto en el cuerpo, el pobre hombre ve surcar una gran bola de fuego sobre su cabeza. Declarando delante de cuarenta mil personas que ya estaba bien, que debía volver junto al Señor, de poco le sirvió que le dijeran que la bola de fuego que vio se trataba del lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik 1 (lanzado el 4 de octubre de 1957).

Tercer y último aviso: debía estar acojonado y ansioso a partes iguales por regresar a casa, ya que adelantó diez días la vuelta. Pues no suficiente con el cúmulo de desgracias sufridas durante la gira australiana, al llegar a casa y ver las noticias, se entera que el vuelo en el que tenía previsto volver había tenido un accidente mortal en aguas del Pacífico.

NOTA: debo decir que he buscado información sobre los accidentes aéreos de ese año, y no he encontrado ninguno que cuadre por fechas. Lo cierto es que el colega canceló la gira y volvió, junto a la banda, en barco.

Pero volvió, claro que volvió.

Little Richard predicando en 1958

Little Richard graba Soul

Tras deambular por los derroteros de la Iglesia Batista, y viendo que su música seguía vendiéndose muy bien y que era añorado y aclamado a partes iguales, decidió volver. Pero no a grabar rock’n’roll, para qué: ya había registrado casi una década antes auténticos hits. Así que tocaba explorar esa música que estaba tan de moda en esos años: Soul.

Estoy seguro que, si bien todos conocemos esos pepinazos de mediados de los cincuenta, no son tan conocidas las fabulosas grabaciones que realizó para el sello Okeh en 1966:

Como veis en los títulos, temas como Money, Land of Thousand Dances, o Hound Dog, fueron también interpretados por el Melocotón de Georgia. Acompañado de luminarias como el gran Johnny Guitar Watson o un jovencísimo Jimi Hendrix (donde le podemos oír e identificar en Poor Dog (Who Can’t Wag His Own Tail) y Well (Well All Right) ).

Adiós a Little Richard, el Melocotón de Georgia

Dicho album está considerado como un clásico en los aguaceros del Northern Soul, ese subestilo que los británicos hicieron suyo en las pistas de baile de finales de los sesenta.

Desde luego el disco es una vuelta de tuerca a una carrera que, ya sólo con lo grabado hasta el momento, quedaría plenamente justificada. Y el buen hombre no llegaba a los treinta y cinco años cuando registró estas exuberantes piezas, plagadas de vientos, arreglos, y un grandísimo sonido.

En definitiva, un album recomendadísimo, de un artista único. Hoy, que ha muerto, es un buen momento para escucharlo, te guste o no Little Richard, te guste o no el Soul, o te guste o no el Rock’n’Roll (aunque si nada de esto te agrada, háztelo mirar porque lo mismo estás muerto por dentro).

Gracias por tu música y da recuerdos a Nick Curran.

Adiós a Little Richard, el Melocotón de Georgia

Categorías: El tocadiscos

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