(Escrito en 2002 para la ya desaparecida página La Taberna del Blues)
Considerado por unos un álbum de The Yardbirds y por otros tantos de Rice Miller (Sonny Boy Williamson II, uno de los bluesmen con más descaro de la historia: usurpó el nombre a aquel otro negro del norte que se llamaba Sonny Boy Williamson, e incluso enseñaba pasaporte acreditativo: todo falso, pero le vino muy bien para adquirir fama en su sur natal… con dos cojones), pero… ¿qué más da de quién es el álbum?
Cuando lo escuchas, lo que te encuentras es un muy buen disco en directo, con la curiosísima mezcla (y en absoluto única, ahí están los discos de Howlin’ Wolf o B.B. King, grabados con jóvenes músicos ingleses que lo atestiguan) del avezado y genuino bluesman sureño y la inocencia de unos imberbes inglesitos de principios de los sesenta.
Me hubiera gustado saber la reacción de los blancos de la islas ante un músico con una voz rota, grave, apagada, ahogada en alcohol. Era diciembre del ’63 y tanto los Yardbirds como la escena británica, muy tímidamente, comenzaban a despuntar (si las fuentes no me fallan, la banda se formó en ese mismo año).
En el disco predominan los slow-blues, con temas como Take It Easy Baby (donde Clapton se marca un tímido punteo que le queda muy elegante), 23 Hours Too long, I don’t Care No More, etc…Todo montado para que la estrella, Sonny Boy Williamson, hiciera las delicias de su (intuyo) sorprendido público. Porque la desvergüenza y la chulería de este hombre en un escenario es más que patente.
Por esta vez, el r&b con el que tanto gozaban The Yardbirds se queda en el tintero.
Cabe destacar que la mayoría de las canciones del disco son composiciones propias de este hombre, cosa de muy agradecer ante tanto estandar que predomina en el blues.
Por último, añadir que este disco fue grabado aprovechando una gira que Sonny Boy Williamson II hizo ese año por Europa, la cual aprovechó para grabar también con The Animals.
Por desgracia, murió en el ’65, y fue a partir de esta fecha cuando se editó la mayoría de su obra: unos 35 discos a título póstumo, entre ellos éste que nos ocupa.
Sirva por tanto, como homenaje, este post a todos aquellos músicos que murieron poco menos que en la indigencia. Ahora nosotros disfrutamos de ellos y se merecían haber tenido dicho reconocimiento en vida.
Y si te gustan los armonicistas de Blues y quieres escuchar algo más actual... No te arrepentirás.
Acabo: esta música (cualquiera en realidad) merece ser escuchada con unos buenos cascos.
¡Saludos y comentadme qué os ha parecido!
1 comentario
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