¿Cómo es que no he hablado yo hasta ahora de Michael Kiwanuka, si es el merecido hype del momento? ¿El que está haciendo un sold-out tras otro en prácticamente todo el mundo? ¿El que consiguió meter una canción en los créditos de apertura de la inquietante serie de la HBO «Big Little Lies«? ¿el que viene a La Riviera madrileña y yo sin entradas?

Conocí a este musicazo hace ahora tres años por la utilísima función  que tiene Spotify de «Sus fans también escuchan«… supongo que estaría escuchando a Sharon Jones o algo asín. Recuerdo que por esos años hubo una hornada de jóvenes promesas del Soul en su vertiente más clásica (Leon Bridges, Curtis Hardling) y cuando los escuchaba, aunque gustándome, me tiraba un poco atrás ese regusto tan clásico, tan intencionado y tan deliberado… pero ahí estaba este pavo, sonando distinto a los otros, con menos complejos, y con un apellido que parece más de africano que de inglés: Michael Kiwanuka (Londres, de padres ugandeses, 1987).

Michael Kiwanuka, el (merecido) hype del 2020

Vamos a comentar, como si en un bar estuviéramos, la carrera de este chico hasta el momento. Os aseguro que merece la pena dedicar tiempo a sus discos. Con calma, sin buscar un hit instantáneo, como escuchábamos antes los discos: sin prisas.

Home Again (2012)

Aunque no fue el primer disco que escuché suyo, Home Again es el primer long play de este tío, grabado con veinticinco años. El disco, si hubiera que definirlo de alguna forma, podría ser diciendo que tiene un sonido acústico precioso, con una producción abundante pero no sobrecargada y unas melodías que hablan por sí mismas. Flautas, acústicas, escobillas en las baterías.

¿Algo similar? Me recuerda un poco al Bill Withers del «Just As I Am».

Escuchemos, por favor, esta delicia de disco:

Estoy ahora dándole al «Home Again», y… ¿sabéis esos temas que te retrotraen al momento exacto de cuando los escuchaste por primera vez, aunque fuera el mes pasado? Pues eso me ocurre con este álbum, que me recuerda a esa época en que lo escuché por primera vez. Estábamos haciendo el famoso viaje de la Costa Oeste y compré el vinilo en el Amoeba Music de Haight Ashbury (Amoeba es una de las mayores tiendas de discos del mundo, con sede en San Francisco y en un par más de ciudades californianas, y Haight Ashbury es la calle alrededor de la cual surgió todo el movimiento hippie de los sesenta, y donde los vecinos bien podían ser Jimi Hendrix, mis queridísimos Grateful Dead o la malograda Janis Joplin).

El chico se tomó cuatro años hasta grabar su siguiente álbum, y ay amigos… la evolución fue grande:

Love & Hate (2016)

Su recién estrenado Love &Hate me llamó la atención desde la primera pista, el Cold Little Heart (que fue la que metieron en la anteriormente citada serie, en su versión «radio edit«): hay que echarle huevospensé, para abrir un disco con una canción de diez minutos y con una intro cercana a los tres.

Ponedlo mientras seguís leyendo:

En seguida hubo algo que me sonó familiar, y era ese regusto tan Pink Floyd, tan frío… y correcto, en cuanto confirmé la nacionalidad de Kiwanuka todo me quedó claro: ese sonido tan británico, del que te dan ganas de ponerte una rebequita por si refresca, sólo puede ser de allí.

Sumadle a esta particularidad geográfica las labores de uno de los productores más reconocibles del momento, Danger Mouse (y buscad similitudes entre este álbum y el Turn Blue de los Black Keys, ya veréis) y tenemos un álbum bellamente producido, con evocadoras atmósferas y sonidos más actuales… sonidos que por lo menos a mí me parecen más frescos al oído, sin esa odiosa sensación de haberlo escuchado ya antes… y mejor.

El álbum continua con otro buen pepino de tema, el explícito «Black Man in a White World», con un videoclip, éste sí, más clásico y su comienzo tan gospel:

Love & Hate es el otro tema del que quiero hablar: evocador, otra vez con esos coros que parecen venir del fondo de la habitación, que nos deja ver los sonidos que hace una mano al deslizarse por una acústica… todas estas (para mucha gente) chuminadas son las que bajo mi punto de vista acaban vistiendo a un tema, haciéndolo crecer, haciéndolo grande. Y con la elegancia de estar producido pero no sobrecargado.

Si queréis empezar con alguno de los álbumes de estudio de Kiwanuka, sería éste el que os recomendara.

KIWANUKA (2019)

También producido por Danger Mouse, es el disco perfecto para comprender, a ojo de pájaro, la evolución que puede tener un artista si se sabe rodear de la gente adecuada y es un culo inquieto con su música. No suena a nada anteriormente hecho, y son ya tres los álbumes en los que uno podría pensar que tiene que haber, forzosamente, similitudes.

Y es que para mí KIWANUKA es un álbum raro, difícil en sus primeras escuchas, sin melodías claras a las que agarrarte para tararearlas, con un regusto oscuro (esta vez, sin ser un sonido británico como comentaba en el anterior disco, sí permanece esa atmósfera viciada)… pero bellísimo. Da gusto paladearlo y descubrir detalles que habían pasado inadvertidos.

Escuchémoslo:

¿Temas que resaltaría, para no comentar innecesariamente todos y cada uno de ellos? Pues el primer tema es un buen comienzo, con esas percusiones y ese sonido tan afro, y luego me flipan los dos Piano Joint… volvemos a esas intros largas, donde se desarrollan las ideas sin prisas, donde encontramos los coros femeninos ya marca de la casa y sintes con sonoridades muy atmosféricas).

También los dos temas titulados Hero (segunda intro del álbum, sin complejos al diseñar así la lista de canciones… cosa que agradezco) o el último, Solid Ground, me parecen composiciones de una belleza sublime. Difícil en sus primeras escuchas, reitero, pero que luego pasan a formar parte de tu «vida musical».

Echad un ojo a este directo tan cuco. Se trata de una actuación en directo en un estudio con público, grabada con los mejores materiales.

Además, es aquí, in live, donde vemos si hay trampa, o hay cartón:

Resumiendo: una impresionante evolución, por lo inesperada y chocante que resulta, si hilamos como una biografía sonora sus tres álbumes de estudio (luego hay por ahí un álbum en directo que editó para el Record Store Day de 2018 y un Spotify Sessions).

Deliciosa y ejemplar carrera la de Michael Kiwanuka.

Por último, esta música (cualquiera en realidad) merece ser escuchada con unos buenos cascos.

¡Saludos y comentadme qué os ha parecido!

Categorías: El tocadiscos

1 comentario

Dr. John - Locked Down (2012), uno de los mejores álbumes del Night Tripper · 8 marzo, 2024 a las 5:23 pm

[…] he hablado tangencialmente de Dan Auerbach en las entradas de Yola y de Kiwanuka. Un tío que cada vez me merece más respeto y admiración. Como el famoso Jack White, parece que […]

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